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Necesidad de Escribir

 

En los últimos años he profundizado en una investigación personal sobre las realidades que rodean a las religiones y los sistemas de creencias que dan forma a nuestro mundo. Esta exploración me ha llevado a reflexionar sobre cómo nuestras convicciones más arraigadas están estrechamente ligadas a la dificultad humana de convivir con la incertidumbre. Preguntas universales como:

 

 

  • ¿Qué me rodea?
  • ¿Por qué existo?
  • ¿Quién soy?
  • ¿Qué hay después de la muerte?
  • ¿Qué debo hacer?

 

 

          Son interrogantes que han dado origen a conceptos como el dogma, la política, el control y la religión. Durante mucho tiempo pensé que estos elementos formaban una única entidad sólida. Hoy entiendo que no son lo mismo, pero están profundamente interconectados. Este cambio de perspectiva se lo debo, en gran parte, a la apertura de mi pensamiento crítico, inspirado por el trabajo de numerosos divulgadores que han compartido su conocimiento de manera libre y accesible.

          Uno de los pilares de esta transformación fue el podcast Herejes, donde tres investigadores abordan temas complejos con rigor, pruebas y análisis crítico. A través de sus episodios descubrí verdades ocultas tras muchas narrativas simplificadas que recibí en la infancia. Profundizan en los orígenes de sectas y movimientos religiosos como los Testigos de Jehová, los Mormones, el Opus Dei, y en una lectura crítica de textos sagrados.

          Comprendí cómo muchas instituciones han ejercido poder y control, y me cuestioné cómo es posible vivir hoy bajo sistemas de creencias que surgieron en mundos sin ciencia ni tecnología moderna. También influyó profundamente en mí el trabajo de Pablo Salum y su lucha mediante la ley antisectas. Sus denuncias y los testimonios de víctimas muestran la persistencia de estructuras coercitivas tan antiguas como la civilización misma, y su devastador impacto emocional y psicológico.

          Otro descubrimiento clave fue constatar la progresiva disminución de la religiosidad a nivel mundial, fenómeno que va de la mano con el auge del pensamiento crítico. Sin embargo, este abandono de la fe tradicional ha generado un vacío que a menudo es ocupado por nuevas formas de irracionalidad: pseudociencias, gurús de la nueva era, coaches motivacionales, criptobros, y otros movimientos que pueden resultar igual de peligrosos. Me llevó a preguntarme si nuestra necesidad de respuestas nos empuja más hacia la ilusión que hacia la verdad.

          En esta línea, la experiencia compartida por David Saavedra, ex miembro de grupos radicales, fue reveladora. Su proceso de desradicalización evidencia que el extremismo no pertenece a una sola ideología: puede encontrarse tanto en la extrema derecha como en la izquierda, en movimientos religiosos, políticos o espirituales.

          PutoMikel y Nieves Concostrina me enseñaron que la historia es una narración seleccionada por cada sociedad para justificar su presente o perpetuar ciertos valores. La historia rara vez es objetiva. Un ejemplo claro es el mito del Cid y la llamada "Reconquista". En realidad, el Cid no luchaba por ninguna España moderna: era un hombre buscando sobrevivir en un contexto fragmentado, sirviendo tanto a musulmanes como a cristianos. La figura heroica que hoy celebramos es una construcción simbólica que alimenta mitos nacionales.

          Otros creadores como Pol Gise, Archivo Mitológico y Destripando la Historia me impulsaron a redescubrir los mitos desde una mirada crítica. Con madurez, uno comprende que estos relatos no son simples cuentos: contienen mensajes que mutan con el tiempo y el contexto.

          Gracias al canal de Grecorromano, comprendí cómo el sistema de creencias grecorromano era más abierto, mutable y humano que muchas religiones modernas. Los dioses griegos representaban pasiones, defectos y virtudes humanas. No exigían obediencia absoluta, sino que ofrecían múltiples formas de interpretación. Entender esto me ayudó a ver cómo las sectas y estructuras coercitivas no son algo nuevo. El ser humano lleva más de dos mil años lidiando con las mismas emociones, miedos y preguntas existenciales. Lo que cambia es el lenguaje con el que las formulamos.

          También fue fundamental el papel de la divulgación científica en este proceso. Autores como Ramón Nogueras, con su libro Por qué creemos en mierdas, me ayudaron a comprender los mecanismos psicológicos detrás de muchas de nuestras creencias irracionales. Descubrí cómo patrones de pensamiento se heredan a través de una educación sin espacio para la duda, donde la crítica ha sido históricamente ignorada.

Quiero agradecer profundamente a los divulgadores que han hecho de este camino algo más llevadero y enriquecedor: Claudia Nicolasa, Curiosamente, Javier Santolaya, Quantum Fracture, La Gata de Schrödinger, Mente Humana y muchos otros. Gracias a su labor pude hilar estas reflexiones en un relato personal y, espero, útil para otros.

          Este libro nace de todo ese proceso. Es una invitación a pensar, a cuestionar, a reírse incluso de lo sagrado, y a encontrar nuevas formas de entendernos. Lo dedico a Enrique Tello, quien en los años 90 sufrió acoso escolar en el mismo instituto donde yo estudié. En aquella época, el bullying aún se llamaba “cosas de críos”, y como muchos, elegí mirar hacia otro lado. Hoy reconozco que la equidistancia también hiere, y este libro, en parte, es un acto de reparación.

 

 

Jorge Pallol